Coralia Lebron
Nueva York, EE.UU. – La comunidad de dominicanos oriundos de San Cristóbal, residentes en Nueva York, ha manifestado su firme respaldo a los esfuerzos por detener la destrucción de las Cuevas del Pomier, un tesoro arqueológico y cultural de la República Dominicana.
Liderados por Julio César Mateo, conocido como «Yulín», vicecónsul dominicano en Nueva York y presidente de la seccional del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en dicha ciudad, los Sancristobalenses en la diáspora han alzado su voz en defensa de este importante monumento.
Las Cuevas del Pomier, ubicadas a unos 10 kilómetros al norte de San Cristóbal, albergan la colección más extensa de arte rupestre prehistórico en el Caribe, con cientos de pinturas y grabados creados por los pueblos taíno, caribe e igneri hace más de 2,000 años. Pese a su reconocimiento como Monumento Nacional y su inclusión en la propuesta «Arte Rupestre Prehispánico en República Dominicana» ante la UNESCO, la zona enfrenta amenazas constantes por la expansión de la minería y otras actividades que ponen en riesgo su conservación.
La comunidad sancristobalense en Nueva York ha denunciado la falta de medidas efectivas para proteger las cuevas y ha instado a las autoridades dominicanas a intervenir con urgencia para preservar este patrimonio invaluable. «No podemos permitir que destruyan una parte fundamental de nuestra historia y cultura. Es nuestro deber protegerla», expresó Mateo, quien recientemente fue reconocido como «Hijo Meritorio» de San Cristóbal por su compromiso con la comunidad.
Diversas organizaciones en la diáspora se suman a esta causa, exigiendo que se detengan las actividades que ponen en peligro las Cuevas del Pomier y que se refuercen las medidas de protección y promoción del sitio. «Las futuras generaciones merecen conocer y disfrutar de este legado, y como comunidad, no descansaremos hasta garantizar su preservación», concluyeron los líderes del movimiento.
La lucha por la defensa de las Cuevas del Pomier continúa, y con el apoyo de la comunidad dominicana en el extranjero, la esperanza de su conservación sigue más viva que nunca.
